LEYENDAS DOMINICANAS
LEYENDAS QUE CIRCULAN EN NUESTRO PAIS. TRADICIONES QUE SUSTENTAN NUESTROS MAYORES, Y NO FALTA QUIEN LAS AFIRMES COMO TESTIGO PRESENCIAL O VICTIMA.SEA USTED EL JURADO.
LEYENDAS DOMINICANAS
EL BACÁ
En nuestra cultura un personaje muy conocido lo es el Bacá. Según las creencias de quienes admiten su existencia, es un ser exigente que requiere de quien lo posee enormes sacrificios, entre ellos la entrega hasta de personas de la familia, por eso, la enfermedad o muerte de un miembro de la familia a quien se le atribuye la posesión de tal ente, es siempre considerada como obra de éste y no por la disposición de quien lo regula en el mundo.
A este personaje, el Bacá, las personas le dan vida ya sea en un gato negro, un perro, un toro o cualquier otro animal, que cuida algún terreno, ganado, casa o negocio de una persona que busca prosperidad.
Las historias cuentan que el Bacá le da prosperidad a la persona, pero que si esta falla en el acuerdo con ese personaje termina suicidándose o muriendo misteriosamente.
A este personaje, el Bacá, las personas le dan vida ya sea en un gato negro, un perro, un toro o cualquier otro animal, que cuida algún terreno, ganado, casa o negocio de una persona que busca prosperidad.
Las historias cuentan que el Bacá le da prosperidad a la persona, pero que si esta falla en el acuerdo con ese personaje termina suicidándose o muriendo misteriosamente.
LA CIGUAPA
Un mito muy especial en nuestra población es la Ciguapa, presentado en una extraña mujer salvaje que habita en las montanas y posee poder mágico. Es de tez morena, de ojos negros y rasgados, de pelo suave y lustroso, tan largo que es la única vestimenta de su cuerpo a la intemperie.
En algunas regiones los campesinos dicen que son diminutas y de cuerpo desproporcionado; otros que tienen las piernas largas y delgadas; algunos afirman que son velludas y unos pocos que están bellamente emplumadas.
Todos sostienen, sin embargo, que tienen el rostro hermoso y que son muy ariscas. Tienen los pies al revés y dejan huellas contrarias al rumbo de su destino. Muchos dicen que estas criaturas son esencialmente nocturnas o prefieren las zonas oscuras de los bosques; cuando salen lo hacen en busca de frutas, peces o aves con los cuales se alimentan.
Nunca se ha oído hablar a las ciguapas; afirman que emite aullidos e hipidos cuando corren por los campos, y cuando saltan o duermen entre las ramas de los árboles. Cuentan que las ciguapas tienen un corazón cazador, y que salen por las noches de las serranías en busca de algún caminante nocturno al que embruja , ama y luego mata.
Al decir de las leyendas, las ciguapas tienen malas costumbres; estas salen de sus moradas a robar manteca y carne cruda de las cocinas, aunque afirman que les gusta el maíz y otros granos que se siembran en los conucos.
En algunas regiones han visto a las ciguapas cabalgar por las madrugadas en los llanos de las montanas, y las han descubierto haciendo trenzas en las crines y las colas de los caballos. Se dice que una ciguapa se atrapa un día de luna creciente con un perro jíbaro y cinqueño. No obstante, se añade que es preferible dejarlas en paz, pues es tan grande el dolor que sienten en cautiverio, que al final mueren de pena.
Alguna vez se escucho la leyenda de un ser de los bosques llamado ciguapo. Era este un gallo vuelto de espaldas, con el lomo emplumado y el pecho con senos de mujer. Cuentan que su grito se asemeja al llanto de un niño, y que esperan terribles infortunios a la persona que se atreve a matar a una de estas aves. Si usted ve a una ciguapa, nunca la mire a los ojos para que no le embruje con su poder...
Un mito muy especial en nuestra población es la Ciguapa, presentado en una extraña mujer salvaje que habita en las montanas y posee poder mágico. Es de tez morena, de ojos negros y rasgados, de pelo suave y lustroso, tan largo que es la única vestimenta de su cuerpo a la intemperie.
En algunas regiones los campesinos dicen que son diminutas y de cuerpo desproporcionado; otros que tienen las piernas largas y delgadas; algunos afirman que son velludas y unos pocos que están bellamente emplumadas.
Todos sostienen, sin embargo, que tienen el rostro hermoso y que son muy ariscas. Tienen los pies al revés y dejan huellas contrarias al rumbo de su destino. Muchos dicen que estas criaturas son esencialmente nocturnas o prefieren las zonas oscuras de los bosques; cuando salen lo hacen en busca de frutas, peces o aves con los cuales se alimentan.
Nunca se ha oído hablar a las ciguapas; afirman que emite aullidos e hipidos cuando corren por los campos, y cuando saltan o duermen entre las ramas de los árboles. Cuentan que las ciguapas tienen un corazón cazador, y que salen por las noches de las serranías en busca de algún caminante nocturno al que embruja , ama y luego mata.
Al decir de las leyendas, las ciguapas tienen malas costumbres; estas salen de sus moradas a robar manteca y carne cruda de las cocinas, aunque afirman que les gusta el maíz y otros granos que se siembran en los conucos.
En algunas regiones han visto a las ciguapas cabalgar por las madrugadas en los llanos de las montanas, y las han descubierto haciendo trenzas en las crines y las colas de los caballos. Se dice que una ciguapa se atrapa un día de luna creciente con un perro jíbaro y cinqueño. No obstante, se añade que es preferible dejarlas en paz, pues es tan grande el dolor que sienten en cautiverio, que al final mueren de pena.
Alguna vez se escucho la leyenda de un ser de los bosques llamado ciguapo. Era este un gallo vuelto de espaldas, con el lomo emplumado y el pecho con senos de mujer. Cuentan que su grito se asemeja al llanto de un niño, y que esperan terribles infortunios a la persona que se atreve a matar a una de estas aves. Si usted ve a una ciguapa, nunca la mire a los ojos para que no le embruje con su poder...
EL ZÁNGANO
El Galipote, El Lugarú o El Zángano, es otro personaje que la tradición mágica cuenta. Es un hombre con mucho peder que pueden convertirse en animales. No obstante, también se llama Galipote a aquel hombre que se convierte en objetos inanimados, como troncos de árboles y piedras, a aquel que transfiere su conciencia a un animal, y al que por poderes mágicos han se convertido en un animal para diversos fines.
Según la creencia, los Galipotes son crueles y violentos, de una fuerza tremenda y de una inmunidad increíble a las armas. Otras leyendas aseguran que a estas criaturas sólo les gusta hacer maldades a la gente, tales como impedir el paso a caminantes nocturnos, extraviarles el camino o espantarlos en las zonas oscuras. No pocos parajes del país son tenidos como lugares de galipotes, y, cuando es menester atravesarlos, el viajero se vale de conjuros y amuletos para ahuyentar a estos seres. El galipote que se convierte en perro se denomina lugaru. Este vocablo proviene del francés loup-garou, que designa al legendario hombre lobo o lobizón de la leyenda licantrópica universal.
Nuestro lugarú es una herencia de la tradición mágica europea con algunos elementos africanos, y como no hay lobos en el caribe, es el perro el que la encarna. Por otro lado, el galipote que camina dando zancadas de gran altura o vuela convertido en ave nocturna, se denomina zangano o zancu. Se cuenta que este ser succiona la sangre de los niños durante las noches y es vinculado a supuestas actividades sexuales con infantes. Dicen que también puede hacerse invisible. Los conocedores de estos seres, sostienen que sólo son inmunes a la rama de un árbol llamado popularmente "palo de cruz", que tiene que ser cortada un Viernes Santo. Otros dicen que es menester utilizar un arma blanca que haya sido bendecida con agua y sal, o utilizando la magia atribuida al perro cinqueño
El Galipote, El Lugarú o El Zángano, es otro personaje que la tradición mágica cuenta. Es un hombre con mucho peder que pueden convertirse en animales. No obstante, también se llama Galipote a aquel hombre que se convierte en objetos inanimados, como troncos de árboles y piedras, a aquel que transfiere su conciencia a un animal, y al que por poderes mágicos han se convertido en un animal para diversos fines.
Según la creencia, los Galipotes son crueles y violentos, de una fuerza tremenda y de una inmunidad increíble a las armas. Otras leyendas aseguran que a estas criaturas sólo les gusta hacer maldades a la gente, tales como impedir el paso a caminantes nocturnos, extraviarles el camino o espantarlos en las zonas oscuras. No pocos parajes del país son tenidos como lugares de galipotes, y, cuando es menester atravesarlos, el viajero se vale de conjuros y amuletos para ahuyentar a estos seres. El galipote que se convierte en perro se denomina lugaru. Este vocablo proviene del francés loup-garou, que designa al legendario hombre lobo o lobizón de la leyenda licantrópica universal.
Nuestro lugarú es una herencia de la tradición mágica europea con algunos elementos africanos, y como no hay lobos en el caribe, es el perro el que la encarna. Por otro lado, el galipote que camina dando zancadas de gran altura o vuela convertido en ave nocturna, se denomina zangano o zancu. Se cuenta que este ser succiona la sangre de los niños durante las noches y es vinculado a supuestas actividades sexuales con infantes. Dicen que también puede hacerse invisible. Los conocedores de estos seres, sostienen que sólo son inmunes a la rama de un árbol llamado popularmente "palo de cruz", que tiene que ser cortada un Viernes Santo. Otros dicen que es menester utilizar un arma blanca que haya sido bendecida con agua y sal, o utilizando la magia atribuida al perro cinqueño
LOS BIEMBIENES
Ligado al mito de la ciguapa y al de los indios, aparece la leyenda de los biembienes o vienvienes. Desde el siglo XVIII, la existencia de estos seres se sitúa en unas montañas llamadas Bahoruco, donde se refugiaban los negros cimarrones que huían de la esclavitud colonial y algunos indios levantados contra la ocupación española.
Junto con algunas similitudes lingüísticas con el indiene francés y el vienvien haitiano, (vocablos que designaban al indio y al mestizo de negro e india respectivamente) todo lleva a pensar que a estos hombres alzados los transformó la fantasía popular en seres de leyenda. Los biembienes son seres salvajes, conformados en clanes escondidos en las montañas. Viven desnudos y de forma irracional, y emiten gruñidos como único lenguaje. Su aspecto es feo y desagradable, tienen el cuerpo enjuto, deforme y de muy baja estatura.
Dicen que son ágiles trepadores de árboles y barrancos y que atacan en grupos desordenados. Aseguran las leyendas que estos hombrecitos de las cordilleras, salen de noche de sus escondrijos a proveerse de alimentos en los conucos, y que como la ciguapa, dejan huellas al revés para que no se les descubra el paradero.
Se asegura que entre los biembienes hay algunos que comen carne humana obtenida por sacrificio. Se llaman "mondongos" y tienen el pelo rojo amarillento. Añade la leyenda que cuando alguna persona se acerca al territorio de los biembienes estos lo espantan con gritos y alaridos amenazadores...
También, la leyenda de las brujas en la República Dominicana es una herencia de Europa, que aun conserva los ecos de las creencias medievales de viejo cuño. Nuestras brujas son seres de la noche, mujeres de aspecto envejecido y tétrico, de alma perversa. Como en la vieja tradición, las brujas vuelan en escobas, aunque aquí prefieren convertirse en aves de buen tamaño y revolotear sobre las casas, emitiendo graznidos espantosos.
Aseguran, que las brujas se quitan la piel antes de volar, que la ponen en remojo en una tinaja, y que luego alzan el vuelo diciendo ¡Sin Dios ni Santa Maria! para acceder a las fuerzas mas oscuras. Cuenta la gente que cuando vuelan, emiten risas y cantos incomprensibles, cuando no resoplan al viento un claro fo-fo-fo, que utilizan también para ahuyentar a los que las descubren.
Dicen los campesinos que cuando las brujas no vuelan por las noches, descansan bajo las matas de plátano de los conucos. Las brujas succionan la sangre de los niños, y la extraen directamente del ombligo o del dedo gordo del pie, a graves del pecíolo hueco de una hoja de higuereta, Ricinus comunis, o de una hoja de lechosa, papaya.
Se cree que las brujas no atacan a los hijos de sus compadres, ni a los mellizos o gemelos. En comunidades rurales hay historias de brujas que fueron descubiertas en pleno vuelo. El proceso de atrapar a una bruja se conoce como "tumbar a una bruja", y los "tumbadores" son personas con cierto poder, que conocen las oraciones y los rituales especiales para este fin. Dicen que cuando se atrapa a una bruja hay que esperar el amanecer, pues cuando sale el sol el encantamiento se rompe y se puede descubrir la identidad de la maligna mujer. Aseguran que cuando llueve y hace sol, en algún lugar escondido se esta casando una bruja...
Los relatos dominicanos cuentan además, que a finales del siglo XVIII, existió un sanguinario asesino a quien por la índole de sus crímenes, sospecharon antropófago y sobrenombraron el Comegente. Se describe este hombre como "negro, que parece indio; el pelo como los demás negros pero muy largo; de estatura menor que lo regular, bien proporcionado en todos sus miembros, y tiene de particular los pies demasiado pequeños".
Durante mucho tiempo, las atrocidades que cometía el Comegente aterrorizaron a la población, y se urdieron en torno a él las más oscuras especulaciones. Se dijo que había ido a Haití, donde aprendió la hechicería; que podía estar en muchas partes a la vez; que recorría largos caminos en una sola noche valiéndose de medios sobrenaturales. La gente aseguraba que mataba a sus victimas con una especie de garrocha, y afirmaba que no se podía atrapar pues en cuanto sus pies tocaban un río o arroyuelo, desaparecía en el aire dejando un olor nauseabundo tras de sí.
Lo cierto fue, de acuerdo a las crónicas, que el aborrecible asesino, tras muchas noches de búsqueda por las comarcas, finalmente se atrapo. Atribuyen la hazaña a un campesino conocido como "Señor Antonio", quien el día de San Antonio, haciendo uso de un "bejuco de brujas" , ato al Comegente y lo trajo a la capital donde se condeno a muerte y se ejecuto sin que quedaran registrados históricamente los detalles criminológicos del proceso. En nuestros días, el Comegente es un ser legendario. Se afirma todavía que deambula por los caminos con su garrocha.
LOS INDIOS
Los indios es el nombre mítico que se da a seres fabulosos que habitan en cuevas sumergidas de ríos y lagos, y en el interior de las cavernas de las montanas. Este mito según algunos historiadores, no es mas que el concepto desnaturalizado de nuestros aborígenes. Otros consideran que proviene de la leyenda indígena de un ídolo llamado Opiyelguobiran, "que se escapó y se fue a una laguna y nunca más lo volvieron a ver", y que se ha ido transformando como elemento de retención taina en las tradiciones orales.
Lo que se afirma es que los indios son hermosos, las mujeres sobre todo, pues estas tienen la piel canela, unos ojos negros muy grandes, un cuerpo de formas perfectas y unos larguísimos cabellos negros. Para muchos son seres inofensivos y generosos; sabios de la ciencia medicinal de las yerbas y los minerales, y sobre todo poseedores de una magia antigua y poderosa.
Otros dicen que son peligrosos y temen bañarse en las aguas profundas y poco conocidas. En muchas regiones, las historias sobre los "Charcos de los indios" se cuentan para alejar a los niños que a escondidas se van a bañar al río. Les aseguran que en ocasiones estos seres se enfurecen, que desatan terribles embrujos que recaen incluso sobre el lugar, y que se los pueden llevar.
De las indias se dice que salen de las aguas en las noches de plenilunio a destrenzar sus largas cabelleras con peines de oro. Otras salen a buscar a los hombres que merodean por el lugar, y se los llevan hasta sus cavernas para no regresarlos jamás.
Los indios ocupan un lugar importante en el panteón de los dioses de la religiosidad popular. En la magia vuduista dominicana, los indios conforman la "División Indígena", y los brujos y adivinos los invocan ante los altares adornados con copas rebosadas de agua, y algunas replicas de cemies tainos. "Han visto a un santo indio de cuatro patas, salir de su caverna todas las noches a bañarse en el río" -dicen en algunos campos.
Ligado al mito de la ciguapa y al de los indios, aparece la leyenda de los biembienes o vienvienes. Desde el siglo XVIII, la existencia de estos seres se sitúa en unas montañas llamadas Bahoruco, donde se refugiaban los negros cimarrones que huían de la esclavitud colonial y algunos indios levantados contra la ocupación española.
Junto con algunas similitudes lingüísticas con el indiene francés y el vienvien haitiano, (vocablos que designaban al indio y al mestizo de negro e india respectivamente) todo lleva a pensar que a estos hombres alzados los transformó la fantasía popular en seres de leyenda. Los biembienes son seres salvajes, conformados en clanes escondidos en las montañas. Viven desnudos y de forma irracional, y emiten gruñidos como único lenguaje. Su aspecto es feo y desagradable, tienen el cuerpo enjuto, deforme y de muy baja estatura.
Dicen que son ágiles trepadores de árboles y barrancos y que atacan en grupos desordenados. Aseguran las leyendas que estos hombrecitos de las cordilleras, salen de noche de sus escondrijos a proveerse de alimentos en los conucos, y que como la ciguapa, dejan huellas al revés para que no se les descubra el paradero.
Se asegura que entre los biembienes hay algunos que comen carne humana obtenida por sacrificio. Se llaman "mondongos" y tienen el pelo rojo amarillento. Añade la leyenda que cuando alguna persona se acerca al territorio de los biembienes estos lo espantan con gritos y alaridos amenazadores...
También, la leyenda de las brujas en la República Dominicana es una herencia de Europa, que aun conserva los ecos de las creencias medievales de viejo cuño. Nuestras brujas son seres de la noche, mujeres de aspecto envejecido y tétrico, de alma perversa. Como en la vieja tradición, las brujas vuelan en escobas, aunque aquí prefieren convertirse en aves de buen tamaño y revolotear sobre las casas, emitiendo graznidos espantosos.
Aseguran, que las brujas se quitan la piel antes de volar, que la ponen en remojo en una tinaja, y que luego alzan el vuelo diciendo ¡Sin Dios ni Santa Maria! para acceder a las fuerzas mas oscuras. Cuenta la gente que cuando vuelan, emiten risas y cantos incomprensibles, cuando no resoplan al viento un claro fo-fo-fo, que utilizan también para ahuyentar a los que las descubren.
Dicen los campesinos que cuando las brujas no vuelan por las noches, descansan bajo las matas de plátano de los conucos. Las brujas succionan la sangre de los niños, y la extraen directamente del ombligo o del dedo gordo del pie, a graves del pecíolo hueco de una hoja de higuereta, Ricinus comunis, o de una hoja de lechosa, papaya.
Se cree que las brujas no atacan a los hijos de sus compadres, ni a los mellizos o gemelos. En comunidades rurales hay historias de brujas que fueron descubiertas en pleno vuelo. El proceso de atrapar a una bruja se conoce como "tumbar a una bruja", y los "tumbadores" son personas con cierto poder, que conocen las oraciones y los rituales especiales para este fin. Dicen que cuando se atrapa a una bruja hay que esperar el amanecer, pues cuando sale el sol el encantamiento se rompe y se puede descubrir la identidad de la maligna mujer. Aseguran que cuando llueve y hace sol, en algún lugar escondido se esta casando una bruja...
Los relatos dominicanos cuentan además, que a finales del siglo XVIII, existió un sanguinario asesino a quien por la índole de sus crímenes, sospecharon antropófago y sobrenombraron el Comegente. Se describe este hombre como "negro, que parece indio; el pelo como los demás negros pero muy largo; de estatura menor que lo regular, bien proporcionado en todos sus miembros, y tiene de particular los pies demasiado pequeños".
Durante mucho tiempo, las atrocidades que cometía el Comegente aterrorizaron a la población, y se urdieron en torno a él las más oscuras especulaciones. Se dijo que había ido a Haití, donde aprendió la hechicería; que podía estar en muchas partes a la vez; que recorría largos caminos en una sola noche valiéndose de medios sobrenaturales. La gente aseguraba que mataba a sus victimas con una especie de garrocha, y afirmaba que no se podía atrapar pues en cuanto sus pies tocaban un río o arroyuelo, desaparecía en el aire dejando un olor nauseabundo tras de sí.
Lo cierto fue, de acuerdo a las crónicas, que el aborrecible asesino, tras muchas noches de búsqueda por las comarcas, finalmente se atrapo. Atribuyen la hazaña a un campesino conocido como "Señor Antonio", quien el día de San Antonio, haciendo uso de un "bejuco de brujas" , ato al Comegente y lo trajo a la capital donde se condeno a muerte y se ejecuto sin que quedaran registrados históricamente los detalles criminológicos del proceso. En nuestros días, el Comegente es un ser legendario. Se afirma todavía que deambula por los caminos con su garrocha.
LOS INDIOS
Los indios es el nombre mítico que se da a seres fabulosos que habitan en cuevas sumergidas de ríos y lagos, y en el interior de las cavernas de las montanas. Este mito según algunos historiadores, no es mas que el concepto desnaturalizado de nuestros aborígenes. Otros consideran que proviene de la leyenda indígena de un ídolo llamado Opiyelguobiran, "que se escapó y se fue a una laguna y nunca más lo volvieron a ver", y que se ha ido transformando como elemento de retención taina en las tradiciones orales.
Lo que se afirma es que los indios son hermosos, las mujeres sobre todo, pues estas tienen la piel canela, unos ojos negros muy grandes, un cuerpo de formas perfectas y unos larguísimos cabellos negros. Para muchos son seres inofensivos y generosos; sabios de la ciencia medicinal de las yerbas y los minerales, y sobre todo poseedores de una magia antigua y poderosa.
Otros dicen que son peligrosos y temen bañarse en las aguas profundas y poco conocidas. En muchas regiones, las historias sobre los "Charcos de los indios" se cuentan para alejar a los niños que a escondidas se van a bañar al río. Les aseguran que en ocasiones estos seres se enfurecen, que desatan terribles embrujos que recaen incluso sobre el lugar, y que se los pueden llevar.
De las indias se dice que salen de las aguas en las noches de plenilunio a destrenzar sus largas cabelleras con peines de oro. Otras salen a buscar a los hombres que merodean por el lugar, y se los llevan hasta sus cavernas para no regresarlos jamás.
Los indios ocupan un lugar importante en el panteón de los dioses de la religiosidad popular. En la magia vuduista dominicana, los indios conforman la "División Indígena", y los brujos y adivinos los invocan ante los altares adornados con copas rebosadas de agua, y algunas replicas de cemies tainos. "Han visto a un santo indio de cuatro patas, salir de su caverna todas las noches a bañarse en el río" -dicen en algunos campos.
LA JUPÍA
Las Jupias eran para los indios las animas de los hombres muertos; una especie de espíritus femeninos del aire que hacía aparición incorporal durante las noches. Junto a esta entidad, aparece en la leyenda indígena el operito, fantasma nocturno con forma humana, que era conocido porque al no ser engendro natural de útero humano carecía de ombligo. Hoy la leyenda indígena es recordada por los campesinos en la aparición de la Jupia, mujer fantasmal que ronda por los montes oscuros en las noches silenciosas y profundas de los campos.
Las Jupias eran para los indios las animas de los hombres muertos; una especie de espíritus femeninos del aire que hacía aparición incorporal durante las noches. Junto a esta entidad, aparece en la leyenda indígena el operito, fantasma nocturno con forma humana, que era conocido porque al no ser engendro natural de útero humano carecía de ombligo. Hoy la leyenda indígena es recordada por los campesinos en la aparición de la Jupia, mujer fantasmal que ronda por los montes oscuros en las noches silenciosas y profundas de los campos.
EXTRAÍDO DE: LISTÍN DIARIO “DESCUBRA REPÚBLICA DOMINICANA”- Leyendas Dominicanas. www.listin.com.do
Edicion Digital. 2/12/2008