Proclama De Los Muertos
Proclama de los muertos
Vivan más y mejor, aprendan de los errores por nosotros cometidos
Escrito por: SERGIO SARITA VALDEZ
3 Mayo 2010, 9:52 PM, Periódico Hoy
A todos los vivos: nosotros a quienes sin previa consulta, ni consenso, se nos niega el derecho al voto amparados bajo el subterfugio de una ley draconiana, deseamos hacer de dominio público algunas acotaciones que entendemos son de interés colectivo.
Ustedes hablan de democracia pero adrede olvidan, o se hacen los desentendidos, al ignorar que los difuntos somos muchas veces más que ustedes los vivientes; pretenden desconocer que desde el más allá les vigilamos, conocemos todas sus malicias, trucos, engaños y simulacros, en tanto que ustedes con la miopía del más acá ni nos ven, ni nos entienden. Notamos cómo de la noche a la mañana ustedes se tornan ciegos, sordos y mudos facultativos por conveniencia. De igual manera, anclados en la virtualidad mediática y cual si fueran magos de la imagen consiguen transformar el infierno en paraíso, al delincuente en inocente y al serio en charlatán o viceversa.
La soberbia, la tozudez y una distorsionada visión de rascacielos les impide ver el tamaño real de los seres de carne y hueso que a diario deambulan por la tierra. En esta banda tenemos el barrio de los malvados donde lloran eternamente desconsolados y en perenne insomnio unos enanos llamados Atila, Napoleón, Hitler, Stalin, Trujillo y Pinochet. También contamos con el barrio de los justos donde descansan en paz unos gigantes a quienes les llamamos Jesucristo, Bolívar, Duarte, Martí, Luther King, Neruda y Juan Bosch.
Envilecidos y ensordecidos por la lisonja y el falso sentido del oportunismo y la coyuntura olvidaron las lecturas que en vida les legaron nuestros distinguidos huéspedes Rousseau, Barón de Montesquieu, Voltaire, Víctor Hugo y Albert Einstein. Por acá nos entretienen Joseph Haydn, Mozart, Beethoven, Tchaikovski, Chopin y los Strauss.
De las tablas no se bajan William Shakespeare, ni Bertolt Bretch; tampoco apagan su canto operático Rossini, ni Verdi, ni Wagner. No nos cansa la lectura del Quijote, ni mucho menos nos aburren los poemas de Miguel Hernández.
Nos preocupa que ustedes de manera acelerada y desde una media isla caribeña con escasos nueve millones de habitantes nos estén saturando el limitado espacio con gente que no tiene por qué ser enviada prematuramente para este lado. Nos referimos a los niños, las embarazadas y los jóvenes baleados mortalmente en nombre del orden y la ley. ¿Acaso no les funcionan ni les alcanzan los avances de las ciencias médicas, ni las riquezas arrancadas a la madre tierra para enfrentar el hambre, la miseria y las enfermedades? ¿Cómo es que reparten ustedes el producto interno entre los brutos? Con razón se les mueren tantas personas.
Exigimos que detengan en lo inmediato la emigración forzada de tantos infelices hacia nuestra eternidad. Vivan más y mejor, aprendan de los errores por nosotros cometidos cuando éramos vivos.No sean tercos y obtusos, laboren con honestidad y repartan el fruto del trabajo con equidad y sentido de justicia social. De lo contrario, nos veremos precisados a clonar a unos cuantos expertos para que bajen a resolver y ¡a Dios que reparta suerte!